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Artículos para la vida adulta
Francesco y Francesca tienen más en común que un nombre. Ambos comparten su amor por la pasta y aunque el primero nació en 1874 y la segunda es toda una millennial, los une también la sangre.
Francesco migró a Perú desde Italia en 1892 y aquí conoció a Elvira, con quien encabezaría un árbol genealógico de más de 5 generaciones. En los pies de ese árbol está Francesca, la cual decidió que al terminar su carrera de chef se iría a Italia a hacer una maestría.
Para ella la decisión fue fácil, sin saber todo lo que se le venía por delante, porque si bien la sangre italiana corría por sus venas, su nacionalidad y su pasaporte decían lo contrario. Fueron días abrumadores, en donde la lista de pendientes solo seguía creciendo: encontrar la fecha de fallecimiento exacta de Francesco, y luego encontrar partidas de todo y de todos.
Pero como buena millennial, ella sabía que con la tecnología de hoy, las cosas no podían ser taaaan complicadas y tuvo mucha razón, porque la solución a la mayoría de sus problemas estaba a un Whatsapp de distancia o mejor dicho a un Dúer de distancia.
A continuación, te contamos cómo lo que parecía ser una historia sin fin se solucionó en 3 actos.
Primer acto: Francesco y el misterio de la partida
A pesar de que todos habían escuchado las historias del tatarabuelo, nadie sabía el día de su fallecimiento y si bien Francesca podía encontrar cualquier información en google, en la época de Francesco todo había sido documentado a puño y letra. Por eso, el dato clave que le dieron a nuestro Dúer fue la fecha de nacimiento.
Él se dirigió al cementerio El Ángel en el Agustino para buscar lápida por lápida hasta encontrar la fecha exacta y así poder conseguir la partida de defunción, claro que con muchas instancias y colas de por medio. Ahí descubrieron también que Francesco, tenía además un segundo nombre: Michelangelo.
Segundo acto: 101 trámites
Lo que seguía para el Dúer era sacar la partida de nacimiento, bautizo y matrimonio de cada una de las personas que le sucedían a Francesco hasta llegar a Francesca para corroborar el parentesco.
Por eso, tuvo que ir al Archivo de la Nación en Lima y en el Callao, y luego al Arzobispado para acreditar todo. No fue fácil, pero el árbol genealógico iba dando forma… Y con toda esa documentación oleada, sacramentada (y apostillada) en mano, Francesca pudo, por fin, pedir su ciudadanía italiana.
Además, mientras nuestro equipo de Dúers hizo todo eso, ella encontró un lugar donde vivir, justo arriba de un restaurante de pastas con estrella Michelin, y también aprovechó el tiempo que le quedaba en Perú para estar con su familia y amigos.
Tercer Acto: Legalmente italiana
Ahora, a Francesca y a Francesco los unirá también la patria, y a pesar de que no sabemos cómo le irá en su maestría, podemos decir que nuestra millennial definitivamente se graduó con honores como una adulta pro.
Por eso, recuerda que Tudú siempre va a ser tu aliado de confianza para hacerte la vida más fácil ¡Sin perder el tiempo y sin colas!
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